viernes, 4 de mayo de 2012

Tiempos Modernos, Chaplin 1936

Más de setenta y cinco años después de su estreno en aquel lejano febrero de 1936, "Tiempos Modernos" continúa teniendo plena actualidad, no solamente por el hecho de que el fantasma de la gran depresión haya vuelto a hacer acto de presencia, destruyendo la vida y las ilusiones de millones de personas en todo el mundo, sino porque la denuncia que en los años 30's hacía Chaplín de un mundo deshumanizado por las máquinas y la insolidaridad está mas vigente que nunca. Tiempos Modernos es el canto del cisne del personaje de Charlot en el cine, que hizo su aparición en 1914 en el corto Charlot periodista. En 1936 el cine sonoro estaba ya plenamente consolidado y la pantomima tan asociada al célebre vagabundo era incompatible con las nuevas exigencias técnicas y comerciales de Hollywood, sin embargo contra todo pronóstico la película fue un éxito razonable para un Chaplin que empezó a barruntar la idea de hacer una película sobre la alienación del individuo en la modernidad desde que regresó de su largo periplo europeo una vez que finalizó la no menos célebre “Luces de la ciudad” en 1931. Las conversaciones que mantuvo con célebres políticos como Churchill o economistas como Keynes le hicieron consciente de las enormes dificultades que planteaba al ser humano la post-depresión del 29. Chaplín también estaba fascinado por el taylorismo  y el fordismo, de los que tomó conciencia a través de las informaciones que sobre la producción en las fábricas de Ford le proporcionó un periodista de la revista neoyorkina “World”.

También los comienzos de los 30's son una época de cambio en lo personal para Chaplín, en aquellos años inicia una relación sentimental que devendrá en artística también con la actriz americana Paulette Goddard con quien compartirá pantalla en sus dos obras política y socialmente más comprometidas “Tiempos Modernos“ y “ El gran dictador” su primera película propiamente sonora.

Dentro de la variedad de ánalisis que se pueden hacer de esta película, yo voy a centrarme en aquellos temas , que de una manera más obvia u oculta se nos sugieren en el film de Chaplin. Los mismos títulos de crédito nos sitúan ante el primer gran tema de la película, la alienación de la clase obrera en el ámbito del capitalismo fabril. En un montaje muy tributario de la escuela soviética de Einsenstein se nos presenta a la clase obrera como una masa informe de personas que se agolpan a la entrada de una fábrica, junto a este plano se yuxtapone el de un rebaño de ovejas, la metáfora es de lo más acertado y visualmente impactante. Es una perfecta introducción al ambiente de alienación y deshumanización que nos vamos a encontrar en la primera parte del film que se desarrolla en este contexto fabril. Allí el personaje de Charlot va a ser la personificación de las consecuencias más nefastas que resultan de la consideración del ser humano como un mero factor productivo . En una cadena de montaje diseñada sobre los postulados positivistas y cientificismos del taylorismo, el trabajo humano se despersonaliza, se cosifica y se estandariza según procesos productivos perfectamente reglados y medidos. De esta situación surge la “locura” del vagabundo que a través de diversos y divertidos gags (como el de charlot apretando botones con forma de clavijas en los atuendos de señoras y señoritas...) llevará al internamiento de éste en un centro de salud mental. Junto a este tema principal, en este primer tercio de la película (que esta construída sobre la regla aristotélica de los tres actos ) se introducen otros temas no menos importantes, como el de la deshumanización que resulta del progreso tecnológico, magníficamente representada a través del travelling que nos muestra como el personaje de Charlot resulta deglutido por una gran máquina donde se convierte en una pieza más del engranaje productivo o a través de la parodia de la máquina alimentadora (algo que a su vez parodiará Woody Allen en “ El dormilón” también). Parece ser que esta idea de la deshumanización de la tecnologia, la toma Chaplin de una novela de Huxley “Un mundo feliz“, distopía de la sociedad tecnológicamente avanzada pero deshumanizada al extremo.

Otro tema que se apunta en este primer tramo de la película, es el de la dicotomía de clases, algo que está muy presente en otro gran film silente “Metrópolis“ de Fritz Lang, donde también se nos presenta dos clases antagónicas, al estilo marxista, los propietarios de los medios de producción que viven en la superficie de un mundo de jardines colgantes y una clase obrera que vive inhumanamente en un mundo subterráneo. En el film de Chaplín esto no resulta tan marcado, aunque se incide bastante en presentar a la clase empresarial como una clase ociosa (el director de la fábrica hace puzzles) y paranoica (que vigila a través de una gran pantalla los movimientos de los trabajadores fabriles ).

La segunda parte del film viene marcada por una sucesión de gags pero es en esta parte del film donde a mi juicio reside toda la carga crítica del film, lo que ocurre es que lo que en la primera parte se presenta de una forma muy obvia y evidente, en esta segunda parte se presenta desde una óptica más sutil e inteligente. Por un lado se apunta una notable crítica al sistema social represor que representa la cárcel. Frente al carácter supuestamente reinsertador de la misma, la película nos muestra que es precisamente lo contrario, el personaje del vagabundo entra en la cárcel por un azar desafortunado del destino cuando tras recoger una bandera roja en medio de una manifestación e intentar infructuosamente entregarla es confundido con un peligroso líder comunista y encarcelado. Junto a la sátira obvia contra quienes veían a Chaplin como un socialista camuflado, hay en esta escena un denuncia de la injusticia de un sistema que impide a los individuos salir del estado de marginación y pobreza por mucho que lo intenten. Resulta paradójico que Charlot consiga la redención de un sistema realizando un acción reprobable, aunque involuntaria como es el consumo de estupefacientes que resultará en una de las escenas más hilarantes de la película como es la de la pelea en la cárcel con los amotinados. La cárcel corrompe al personaje de Charlot que nos era presentado hasta ese momento a la luz de la visión roussoniana del buen salavaje. Desde el momento de su salida y una vez comprobadas las dificultades para abrirse camino en la vida, se convertirá en un golfillo deseoso de volver a la misma para garantizarse una mejor existencia.

En esta segunda parte se nos introduce el personaje de Paulette Goddard como una golfilla que comete hurtos famélicos con los que alimentar a sus hermanas pequeñas y a su desempleado padre. Esta visión del delito como consecuencia de la desesperación social y económica hunde sus raíces en el pensamiento positivista de fines del XIX de Enrico Berti que ve en el delito una consecuencia de un determinismo social frente a las concepciones clásicas que lo veían como el resultado de una transgresión moral o jurídica.

Uno de los momentos más lúcidos de la película en este segundo tramo viene representado por dos escenas de gran calado, por un lado el onirismo que viene representado por esas ensoñaciones pequeño-buguesas de Chaplín imaginado una placentera existencia en una bonita casa de campo con su nueva compañera y sobre todo en la magistral escena del patinaje en el centro comercial que demuestra una gran maestría en el uso de la metáfora, viendo a charlot patinar con los ojos vendados al borde del precipicio es el símbolo más palmario de la dura realidad de una época donde la diferencia entre la subsistencia y la muerte venía determinada a veces por unos pequeños detalles.

La tercera parte del film viene a constituir su desenlace y es el momento más emotivo de la película cuando Chaplín decide despedir a su personaje de la manera más digna posible, consciente de que no podía extender su vida en el ya asentado sonoro. La idea de hacer hablar a Charlot no es nueva y rondó por la cabeza de Chaplin desde los comienzos del rodaje de “Luces de la ciudad” sin embargo el londinense siempre vio claro que Charlot sin pantomima no era Charlot. Sin embargo aquí cede a las presiones de hacerlo hablar pero a través de un lenguaje universal, como universal había sido el propio personaje del vagabundo. Un lenguaje universal en un doble sentido, por un lado por que canta y no hay lenguaje más universal que el de la música y segundo porque lo hace a través de una amalgama de idiomas que recuerda al esperanto. Por último la escena final, de una gran belleza visual y con una flagrante violación de la sintaxis del montaje por medio del llamado salto de eje, se nos muestra a Charlot y la golfilla perderse por el horizonte de una carretera que es metáfora de una vida incierta donde el vagabundo invita a su fiel acompañante a proseguir transitando pese a las dificultades y sin sabores del mismo. Por último constituye una afirmación de la esencia del propio personaje que no es más que la encarnación del anarquismo vital mas absoluto, alejado de cualquier convencionalismo y profundamente romántico. 

TÍTULO ORIGINAL: Modern Times
AÑO:  1936
DURACIÓN:  89 min.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR:  Charles Chaplin
GUIÓN:  Charles Chaplin
MÚSICA:  Charles Chaplin
FOTOGRAFÍA:  Rollie Totheroh & Ira Morgan (B&W)
REPARTO:  Charles Chaplin, Paulette Goddard, Henry Bergman, Chester Conklin, Stanley Stanford, Hank Mann, Louis Natheaux, Allan Garcia
PRODUCTORA:  United Artists
GÉNERO:  Comedia | Sátira. Comedia dramática. Drama social. Cine mudo
SINOPSIS:  Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a la que conoce en la calle.

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