Más de setenta y cinco años después
de su estreno en aquel lejano febrero de 1936, "Tiempos Modernos" continúa teniendo plena actualidad, no solamente por el hecho de que
el fantasma de la gran depresión haya vuelto a hacer acto de
presencia, destruyendo la vida y las ilusiones de millones de personas
en todo el mundo, sino porque la denuncia que en los años 30's
hacía Chaplín de un mundo deshumanizado por las máquinas y la
insolidaridad está mas vigente que nunca. Tiempos Modernos es el
canto del cisne del personaje de Charlot en el cine, que hizo su
aparición en 1914 en el corto Charlot periodista. En 1936 el cine
sonoro estaba ya plenamente consolidado y la pantomima tan asociada
al célebre vagabundo era incompatible con las nuevas exigencias
técnicas y comerciales de Hollywood, sin embargo contra todo
pronóstico la película fue un éxito razonable para un Chaplin que
empezó a barruntar la idea de hacer una película sobre la
alienación del individuo en la modernidad desde que regresó de su
largo periplo europeo una vez que finalizó la no menos célebre “Luces de la ciudad” en 1931. Las conversaciones que mantuvo con
célebres políticos como Churchill o economistas como Keynes le
hicieron consciente de las enormes dificultades que planteaba al ser
humano la post-depresión del 29. Chaplín también estaba fascinado
por el taylorismo y el fordismo, de los que tomó conciencia a
través de las informaciones que sobre la producción en las fábricas
de Ford le proporcionó un periodista de la revista neoyorkina “World”.
También los comienzos de los 30's son una época de cambio en lo personal para Chaplín, en aquellos años inicia una relación sentimental que devendrá en artística también con la actriz americana Paulette Goddard con quien compartirá pantalla en sus dos obras política y socialmente más comprometidas “Tiempos Modernos“ y “ El gran dictador” su primera película propiamente sonora.
Dentro de la variedad de ánalisis que
se pueden hacer de esta película, yo voy a centrarme en aquellos
temas , que de una manera más obvia u oculta se nos sugieren en el
film de Chaplin. Los mismos títulos de crédito nos sitúan ante el
primer gran tema de la película, la alienación de la clase obrera
en el ámbito del capitalismo fabril. En un montaje muy tributario de
la escuela soviética de Einsenstein se nos presenta a la clase
obrera como una masa informe de personas que se agolpan a la entrada
de una fábrica, junto a este plano se yuxtapone el de un rebaño de
ovejas, la metáfora es de lo más acertado y visualmente impactante. Es una perfecta introducción al ambiente de alienación y
deshumanización que nos vamos a encontrar en la primera parte del
film que se desarrolla en este contexto fabril. Allí el personaje
de Charlot va a ser la personificación de las consecuencias más
nefastas que resultan de la consideración del ser humano como un
mero factor productivo . En una cadena de montaje diseñada sobre los
postulados positivistas y cientificismos del taylorismo, el trabajo
humano se despersonaliza, se cosifica y se estandariza según
procesos productivos perfectamente reglados y medidos. De esta
situación surge la “locura” del vagabundo que a través de
diversos y divertidos gags (como el de charlot apretando botones
con forma de clavijas en los atuendos de señoras y señoritas...)
llevará al internamiento de éste en un centro de salud mental.
Junto a este tema principal, en este primer tercio de la película (que esta construída sobre la regla aristotélica de los tres actos )
se introducen otros temas no menos importantes, como el de la
deshumanización que resulta del progreso tecnológico,
magníficamente representada a través del travelling que nos muestra
como el personaje de Charlot resulta deglutido por una gran máquina
donde se convierte en una pieza más del engranaje productivo o a
través de la parodia de la máquina alimentadora (algo que a su
vez parodiará Woody Allen en “ El dormilón” también). Parece
ser que esta idea de la deshumanización de la tecnologia, la toma Chaplin de una novela de Huxley “Un mundo feliz“, distopía
de la sociedad tecnológicamente avanzada pero deshumanizada al
extremo.
Otro tema que se apunta en este primer
tramo de la película, es el de la dicotomía de clases, algo que
está muy presente en otro gran film silente “Metrópolis“ de
Fritz Lang, donde también se nos presenta dos clases antagónicas,
al estilo marxista, los propietarios de los medios de producción que
viven en la superficie de un mundo de jardines colgantes y una clase
obrera que vive inhumanamente en un mundo subterráneo. En el film de Chaplín esto no resulta tan marcado, aunque se incide bastante en
presentar a la clase empresarial como una clase ociosa (el director
de la fábrica hace puzzles) y paranoica (que vigila a través de
una gran pantalla los movimientos de los trabajadores fabriles ).
La segunda parte del film viene marcada
por una sucesión de gags pero es en esta parte del film donde a mi
juicio reside toda la carga crítica del film, lo que ocurre es que
lo que en la primera parte se presenta de una forma muy obvia y
evidente, en esta segunda parte se presenta desde una óptica más
sutil e inteligente. Por un lado se apunta una notable crítica al
sistema social represor que representa la cárcel. Frente al carácter
supuestamente reinsertador de la misma, la película nos muestra que
es precisamente lo contrario, el personaje del vagabundo entra en la
cárcel por un azar desafortunado del destino cuando tras recoger una
bandera roja en medio de una manifestación e intentar
infructuosamente entregarla es confundido con un peligroso líder
comunista y encarcelado. Junto a la sátira obvia contra quienes
veían a Chaplin como un socialista camuflado, hay en esta escena un
denuncia de la injusticia de un sistema que impide a los individuos
salir del estado de marginación y pobreza por mucho que lo intenten.
Resulta paradójico que Charlot consiga la redención de un sistema
realizando un acción reprobable, aunque involuntaria como es el
consumo de estupefacientes que resultará en una de las escenas más
hilarantes de la película como es la de la pelea en la cárcel con
los amotinados. La cárcel corrompe al personaje de Charlot que nos
era presentado hasta ese momento a la luz de la visión roussoniana
del buen salavaje. Desde el momento de su salida y una vez
comprobadas las dificultades para abrirse camino en la vida, se
convertirá en un golfillo deseoso de volver a la misma para
garantizarse una mejor existencia.
En esta segunda parte se nos introduce
el personaje de Paulette Goddard como una golfilla que comete hurtos
famélicos con los que alimentar a sus hermanas pequeñas y a su
desempleado padre. Esta visión del delito como consecuencia de la
desesperación social y económica hunde sus raíces en el
pensamiento positivista de fines del XIX de Enrico Berti que ve en
el delito una consecuencia de un determinismo social frente a las
concepciones clásicas que lo veían como el resultado de una
transgresión moral o jurídica.
Uno de los momentos más lúcidos de la
película en este segundo tramo viene representado por dos escenas de
gran calado, por un lado el onirismo que viene representado por esas
ensoñaciones pequeño-buguesas de Chaplín imaginado una placentera
existencia en una bonita casa de campo con su nueva compañera y
sobre todo en la magistral escena del patinaje en el centro comercial
que demuestra una gran maestría en el uso de la metáfora, viendo a
charlot patinar con los ojos vendados al borde del precipicio es el
símbolo más palmario de la dura realidad de una época donde la
diferencia entre la subsistencia y la muerte venía determinada a
veces por unos pequeños detalles.
La tercera parte del film viene a
constituir su desenlace y es el momento más emotivo de la película
cuando Chaplín decide despedir a su personaje de la manera más
digna posible, consciente de que no podía extender su vida en el ya
asentado sonoro. La idea de hacer hablar a Charlot no es nueva y
rondó por la cabeza de Chaplin desde los comienzos del rodaje de
“Luces de la ciudad” sin embargo el londinense siempre vio claro
que Charlot sin pantomima no era Charlot. Sin embargo aquí cede a
las presiones de hacerlo hablar pero a través de un lenguaje
universal, como universal había sido el propio personaje del
vagabundo. Un lenguaje universal en un doble sentido, por un lado por
que canta y no hay lenguaje más universal que el de la música y
segundo porque lo hace a través de una amalgama de idiomas que
recuerda al esperanto. Por último la escena final, de una gran
belleza visual y con una flagrante violación de la sintaxis del
montaje por medio del llamado salto de eje, se nos muestra a Charlot
y la golfilla perderse por el horizonte de una carretera que es
metáfora de una vida incierta donde el vagabundo invita a su fiel
acompañante a proseguir transitando pese a las dificultades y sin
sabores del mismo. Por último constituye una afirmación de la
esencia del propio personaje que no es más que la encarnación del
anarquismo vital mas absoluto, alejado de cualquier convencionalismo
y profundamente romántico.
TÍTULO ORIGINAL: Modern Times
AÑO: 1936
DURACIÓN: 89 min.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Charles Chaplin
GUIÓN: Charles Chaplin
MÚSICA: Charles Chaplin
FOTOGRAFÍA: Rollie Totheroh & Ira
Morgan (B&W)
REPARTO: Charles Chaplin, Paulette
Goddard, Henry Bergman, Chester Conklin, Stanley Stanford, Hank Mann,
Louis Natheaux, Allan Garcia
PRODUCTORA: United Artists
GÉNERO: Comedia | Sátira. Comedia
dramática. Drama social. Cine mudo
SINOPSIS: Extenuado por el frenético
ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo
la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es
encarcelado por participar en una manifestación en la que se
encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo,
ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una
vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de
una joven huérfana a la que conoce en la calle.
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