"Teléfono
rojo" constituye la única incursión del enigmático director
Stanley Kubrick en el género de la comedia. El neoyorkino
deconstruye la arquitectura clásica de la comedia, utilizando
sentidos subyacentes en la elaboración de muchos de los gags de la
película, que constituyen críticas ácidas y muy mordaces tanto de
la relación clásica entre militarismo y capitalismo (según la
clásica interpretación marxista), de la propia estrategia militar
de la guerra fría, basada en la idea de disuasión mutua , como
por ultimo de las implicaciones , que según la teoría
psicoanalítica clásica , existen entre las dos pulsiones básicas
de la psique- humana: el impulso del “eros” y la prevalencia de
la idea de Thanathos (muerte).
De
todo ello resulta una película, que podemos catalogar como una
verdadera comedia negra, cuyos exponentes más claros en la historia
del cine pueden ser títulos como los de “ Arsénico por compasión“ de Frank Capra, “American Beauty” de Sam Mendes o “El
honor de los Prizzi” de John Houston. Lo verdaderamente notable en
el caso de "Teléfono Rojo" es la traslación de dicho modelo
narrativo, el de la comedia negra, al ámbito del cine bélico.
Ciertamente en la historia del cine bélico anterior a “Teléfono
rojo” predominan los títulos críticos con el militarismo (el
propio Kubrick con su obra anterior “Senderos de Gloria”) como pueden ser “Sin novedad en el frente” de Lewis Mileston o “El gran desfile“ de King Vidor. Sin embargo la sátira militar,
al menos la inteligente, no se he prodigado en demasía en la
historia del cine. Junto a "Teléfono rojo" encontramos títulos
sobresalientes como “Mash” de Robert Allman o la incomprendida e
injustamente valorada obra satírica de ciencia ficción militar “Starship Troopers” de Paul Verhoeven.
La
película nos cuenta la historia del general
de la fuerza aérea de los EEUU Jack D Ripper, comandante de la
base de Bulperson, quien convencido de que los comunistas están
intentando apoderarse de las estructuras gubernamentales, a través
de la fluorización del agua, decide por su cuenta y riesgo ordenar
un ataque nuclear sobre la URSS que debe ser llevado a cabo por la
flota de bombarderos B-52.
Para
evitar que su plan resulte frustrado decide cerrar la base y cortar
toda comunicación con los aviones en combate mediante el cifrado de
una clave que sólo él conoce.. El Presidente de los Estados Unidos
Merkin Muffley (Peter Sellers) es informado de la situación y,
reunido a la Sala de la Gran Guerra con los máximos responsables
políticos y militares del país, intenta encontrar una solución
diplomática a un conflicto que puede provocar la destrucción del
mundo.
Mientras tanto, el capitán de la
RAF (Lionel Mandrake), también interpretado por Peter Sellers, una
vez se da cuenta de lo disparatado del plan y de la demencia de su
superior intentará encontrar la clave para comunicarse con los
bombarderos y bloquear el ataque.
El presidente Muffin, en contra de
las opinión de su jefe se estado mayor , el general Buck Turgidson
(George C Scott,) se pone en contacto con el presidente de la URSS,
Dimitri, para recabar su colaboración y evitar una escalada
nuclear que extinga la vida sobre la Tierra. No obstante, el
presidente americano descubre que los rusos tienen previsto un plan
llamado "Dispositivo del Juicio Final", el cual se
activaría automáticamente en caso de detectar un ataque nuclear
sobre territorio de la Unión Soviética, destruyendo toda vida sobre
la faz de la Tierra por contaminación radiactiva.
El Dr. Strangelove (Peter Sellers),
ex científico nazi y asesor del presidente, explica al personal
congregado en el salón de guerra del Pentágono cómo el dispositivo
es una extensión natural de la estrategia de la Guerra Fría de la
destrucción mutua asegurada, que opera como disuasor a un
intercambio nuclear real. Es más, la máquina no puede
desconectarse, pues esto disminuiría su valor disuasorio.
El título de la película,en su
traducción al español como “Teléfono rojo”, responde más
fielmente a la idea original en la que se basa la novela que sirve de
base a la película (“Red Alert” de Peter George). La idea de la
novela de Peter Green es reflejar una distopía donde un general
agonizante y paranoico ordena un ataque suicida nuclear sobre la URSS,
obligando a los presidentes de USA y su homólogo soviético a luchar
contrarreloj para evitar una hecatombe nuclear. Para ello tienen que
hacer uso del denominado “teléfono rojo”, mecanismo de
comunicación directa ente dos países estratégicamente enfrentados
por la dominación del planeta. La idea inicial de Kubrick era la de
respetar este tono dramático que predomina en el best-seller de
Green. Sin embargo, Kubrick , influido por la lectura de una obra
paródica de la era nuclear (“Cuna de Gato” de Kurt Vonnegut)
y por las sugerencias del guionista de la película Terry Southern,
opta por un tratamiento paródico. Esta voluntad satírica está
presente en elementos extra-diegéticos como ciertos carteles o la
propia banda sonora, especialmente la canción final de Vera Lynn “We'll meet again" mientras observamos la sucesión escénica de
múltiples hongos nucleares que asolan el planeta.
"Teléfono rojo" es una comedia donde
el análisis de los personajes resulta esencial para la cabal
compresión de la película. Constituye todo un alarde interpretativo
de Peter Sellers, que ya había trabajado con Kubrick en "Lolita" y que
encarna nada menos que tres personajes .
Por un lado Sellers es el capitan de
la RAF Lionel Mandrake que personifica toda la flema, la
prudencia y el common sense con la que se asocia al típico oficial
británico, que contrasta con la paranoia esquizoide de su superior,
el general Jack D Ripper, interpretado por el actor Sterlyn Hayden,
que trabajó en atraco perfecto con Kubrick.
El personaje de Ripper es un
homosexual que rechaza su condición, de hecho atribuye su falta de
vigor sexual a la fluorización comunista del agua. Es también un
anticomunista furibundo que está obsesionado con un complot
soviético para adueñarse de los EEUU. En dicho personaje hay una
clara personificación del McCarthysmo.
Por otro lado, Sellers interpreta
al lacónico presidente Muffley, que se ve sobrepasado por los
mandos militares del Pentágono que conrtocircuitan cualquier
posibilidad del poder civil de meter en cintura a los militares,
siempre dispuestos a ensayar nuevos protocolos de defensa, por
absurdos e increíbles que parezcan. Aquí estamos ante la sátira de
un situación que ya había denunciado Frankenheimer en su película
“Siete días de mayo": la proliferación de agencias y protocolos
miiitares que permanecían ocultos al presidente Kennedy.
Finalmente Sellers interpreta al
personaje del Dr Strangelove, una actuación basada en buena
medida en la improvisación. El Dr Strangelove, ex científico nazi
y asesor del presidente, explica al personal congregado en el salón
de guerra del Pentágono cómo el dispositivo del juicio final es
una extensión natural de la estrategia de la Guerra Fría de la
destrucción mutua asegurada, que opera como disuasor en caso de
producirse un intercambio nuclear real. Es más, la máquina no puede
desconectarse, pues esto disminuiría su valor disuasorio. En el
discurso final de este personaje, vemos la clara unión entre Tanatos y Eros, de la que hablaba Freud, en ese alegato final que
hace el antiguo nazi en favor de una repoblación del planeta por
superhombres, que previamente seleccionados según sus dotes
genéticas, y escondidos de los peligros de la radicación, se
dedicarían tanto a la satisfacción de todos sus oscuros deseos
sexuales (en una proporción de 10 mujeres por hombre), como a la
creación de una nueva humanidad. Este discurso, plagado de tics
hitlerianos, constituye una auténtica parodia del ideal nazi,
tomado del ubermensch nietzscheano.
También es muy destacable la
actuación de George C Scott, en el papel del general Turgidson. El
histrionismo del general Scott enfatiza mucho el carácter
absolutamente desapegado de la realidad de los mandos militares, más
interesados en la defensa de sus intereses corporativos que en el
más puro sentido común. Por ultimo, hay que hablar del cowboy TJ King
Kong, interpretado por el actor de westerns de serie B Slim Pickens,
quien tiene una escena memorable al final de la película mientras
cabalga cual cowboy sobre un misil. Escena que sin duda constituye
una carga de profundidad contra el western clásico de Hollywood,
cuyo arquetipo más clásico quizás sea el fordiano, en el que
muchos críticos han creído ver una exaltación de los valores
castrenses del imperalismo americano.
Se pensó en John Wayne para el
papel, pero, como se pueden imaginar, sus convicciones profundamente
republicanas y su sentido de reverencial respeto a las fuerzas
armadas, le llevaron a rechazar tan osada propuesta.
En la película destaca el carácter
realista de los escenarios (la base, el bombardero, la sala de
guerra del Pentágono) reconstruidos a partir de fotografís y en el
caso del avión inspirándose parcialmente en el bombardero
antecesor, el famoso B-17, pues en aquella época el B-52 era un
avión muy avanzado y su configuración interna constituía un
secreto militar.
No obstante, el contraste lumínico
a la hora de presentar a ciertos personajes, como el doctor Strangelove o ciertas forma geométricas de la sala de guerra o los
paneles de mando donde se sitúa la flota de aviones, tienen, para
algunos críticos, caracteres expresionistas o caligaristas. También
destaca la composición fija de estas escenas interiores que alejan a
Kubrick de la idea de la cámara liquida o composición variable de
escenas, propias del cine de Ophuls que tanto había influido en sus
primeros trabajos.
Esta ambientación realista de
situaciones y escenarios (es muy lograda la escena bélica de la
toma de la base de Bulperson, rodada por Kubrick con un marcado
carácter documentalista, cámara en mano y con luz natural,
anticipando dicho uso en “Barry Lyndon”, contrasta con el
carácter paródico y rayano en lo hilarante de la presentación y
relaciones de los personajes
Ejemplos de estos hay muchos en la
película, como cuando en la sala de guerra, el embajador ruso
Sadesky y el general Turgidson se pelean cuando éste último
descubre que el embajador está haciendo espionaje de secretos
militares con una micro cámara y el presidente Muffley les recrimina
comportarse de esa manera en un “lugar como ese”(la sala de
guerra) o la famosa escena de la Coca-cola cuando el capitán
Mandrake se ve obligado a disparar a una máquina expendedora de
refrescos para obtener monedas con las que ponerse en contacto
telefónico con el Pentágono y es advertido por un oficial
americano, que previamente ha tomado la base, del riesgo de ser
objeto de una demanda por la compañía Coca-Cola por ello.
Hay, a mi juicio, por último, dos
temas que no son demasiado analizados cuando se habla de esta
película. Por un lado está el hecho de la elección de la
fluorización del agua, como mecanismo de invasión que lleva al
paranoico general Jack D Ripper a su desproporcionada medida. Esta
elección en el guión no es aleatoria y obedece a una lógica
psicoanalítica, que ya mencionábamos antes. El flúor es un elemento
químico que tiene la aplicación terapéutica de proteger el esmalte
dental, mineral hidroxiapatita, que puede resultar afectado por los
ácidos que generan ciertas bacterias responsables de las caries en
sus procesos de metabolización de los azúcares. El ion fluoruro
tiene la propiedad de evitar este deterioro transformando la
hidroxiapatita en la apatita fluorada más resistente a los ácidos
generados por las bacterias. Básicamente y en términos más
coloquiales, evita la pérdida de tejido dental. Para la teoria
psicoanalítica los sueños relativos a la pérdida dental se asocian
al miedo a la maduración , a la vejez y sobre todo a la pérdida de
la inocencia. El freudo-marxismo denuncia la pérdida de la
inociencia original que lleva aparejada el capitalismo, donde el
hombre se cosifica y se mercantiliza y su psique se ve alienada por
la lógica de la mercantilización de la vida. Los comunistas, en la
“ilógica-lógica” del general Ripper, buscarían con la
fluorizacion del agua revertir dicho proceso y acabar con los
fundamentos capitalistas de la sociedad americana..
Por último, el final de la película
es tributario de una concepción esencialmente pesimista de la
condición humana. Observamos , como una vez que ya todo está
perdido, y la solución final del Dr Strangelove deberá ser puesta
en práctica, el embajador ruso continúa haciendo fotos de secretos
militares para una vez recobrada la humanidad iniciar una nueva lucha
por la supremacía. Este hecho junto con el simbolismo de las
imágenes que se suceden de hongos nucleares en continua deflagración
nos remite a una concepción circular de la condición humana que la
lleva a repetir una y otra vez, como si de un bucle se tratara, una
lógica militarista que siempre resulta en una ilógica consecuencia:
la destrucción de la propia especie.
El antecedente del bombardero B-52 es el B-29, no el B-17(?), juraría.
ResponderEliminarLa b-29 fue un bombardero usado en el pacífico en la II GM, tenía más autonomía de vuelo que una B-17. En cualquier caso, usaron una cabina modificada de una B-17 para simular la de la B-52, razones de coste y de facilidad de acceso.......
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