jueves, 24 de enero de 2013

LINCOLN, STEVEN SPIELBERG 2013


Euclides enuncia de este modo la primera de sus nociones comunes: “Las cosas iguales a una misma cosa son también iguales entre sí.” Si un hombre blanco y un hombre negro son, por definición, seres humanos, han de ser forzosamente iguales entre sí –concluye el Abe Lincoln ideado por Spielberg. Sobre ese axioma se construye la película.

Película discursiva, densa e históricamente compleja. Spielberg no hace la más mínima concesión comercial en esta cinta que narra la gestación de la fundamental decimotercera enmienda de la añeja constitución de los Estados Unidos. La película tiene una factura visual muy sobria, predominando los tonos oscuros, como proyección de la odisea personal y política del propio Lincoln a la hora de intentar, a toda costa, que el congreso de los Estados Unidos apruebe su capital enmienda. La película comienza con un largo parlamento del Presidente en el campo de batalla,  en el ataque de la unión a Fort Fisher a comienzos de 1865, con dos soldados de la Unión. Uno de color que apunta que el fin de la guerra es sólo el comienzo de la lucha para la consecución de la plena igualdad jurídica, y otro blanco que reproduce el famoso discurso de la Unión. Lincoln contempla la escena, meditabundo, sabedor de que el momento de los discursos ha pasado y debe ceder paso al de los hechos.