lunes, 17 de marzo de 2014

"SIETE DÍAS DE MAYO", JOHN FRANKENHEIMER 1964

El pasado 12 de febrero se cumplían cincuenta años del estreno en los Estados Unidos de la película de John Frankenheimer “Siete días de Mayo”. Se trata de una película muy controvertida, tanto por su temática, un ficticio complot militar para derribar a un presidente democráticamente elegido, en la que se supone “democracia” más antigua de la modernidad, como por el no menos inquietante trasfondo histórico-político en que se fragua la película.

La película está basada en un guión de Rod Serling (uno de los guionistas de la aclamada serie de ciencia ficción “Twilight zone”) , a partir de la novela homónima de la pareja de periodistas Fletcher Knebel y Charles Bailey II escrita en 1962. La novela se inspira vagamente en un hecho real: la destitución forzada del general conservador y héroe de la guerra de Corea Edwin Walker por criticar la política de la administración Einsenhower en 1959 en materia de derechos civiles. Einsenhower destinó a Walker alemania pero éste siguió criticando la política del presidente,  por lo que finalmente tuvo que abandonar la carrera militar para iniciar una carrera, poco exitosa, en política pero muy mediática, donde continuó sus diatribas ultraderechistas contra la política de integración racial de la administración Kennedy.
La película se estrenó pocos años después de la famosa crisis de los misiles en Cuba,  que estuvo a punto de llevar al planeta a una conflagración nuclear de imprevisibles consecuencias. En medio de este contexto y con un reparto de actores de primer nivel (Ava Gardner, Burt Lancaster, Kirk Douglas, Frederich March o Edmond O'briend...), la película tenía todos los ingredientes para lograr, si no un éxito comercial abrumador (el espectador americano es generalmente bastante conservador políticamente en sus gustos cinematográficos), sí al menos un gran éxito por parte de la crítica. Sin embargo no fue así en los estados unidos, donde el cine de la llamada generación de la televisión , a la que se adscribía Frankenheiemer , era calificado de descuidado en lo formal y excesivamente procaz en sus planteamientos argumentales. El cine de la llamada generación de la televisión ( Arthur Penn, Sam Peckinpahn, Frankenheimer,…) apostaba por un cine de contenidos muy comprometidos con la realidad del país, ( lucha por los derechos civiles, la contrvertida guerra de vietnam.etc.. ) y sobre todo con la llamada era Kennedy, que coincide con una época de cambios en los político y lo social. El mccartysmo llegaba a su fin y el código hays, que condenaba temáticas e imágenes como indecorosas e inadecuadas para el “sano” espíritu americano, quedaba obsoleto. La película corrió mejor suerte en Europa, donde ganó el premio David di Donatello 1964 al mejor actor extranjero (Fredric March) y el Premio Bodil 1965 a la mejor película no europea (John Frankenheimer).

El argumento de la película nos sitúa en plena guerra fría (la novela habla de 1974, en la película vemos relojes digitales que indican que estamos en 1970), cuando el presidente ficticio de los USA Jordan Lyman (Frederick March) acaba de firmar un tratado de desmantelamiento del arsenal atómico con la URSS. Este hecho ha provocado una profunda conmoción en la sociedad americana, que se haya muy dividida por dicha circunstancia , con la mayoría de la población en contra de la medida y alineada en favor de las tesis críticas del general, jefe del estado mayor del ejército James Matton Scott (Burt Lancaster). En medio de este clima de confrontación política de un parte de los mandos militares contra la administración civil, el coronel de inteligencia Martin Jiggs Casey (Kirk Douglas), al servicio de Scott, empieza a reunir una serie de evidencias ( la existencia de una unidad oculta la ecocom, reuniones de scott con senadores y mandos militares en clandestinidad, una orden cifrada de ataque escondida tras unas apuestas de caballos…) que le llevan a pensar que un golpe de estado militar se está preparando para deponer al presidente constitucional con ocasión de unas maniobras militares que se van a desarrollar el 17 de mayo en Mount Thunder (real Mount weather Virginia). Casey informa al presidente, quien ayudado por Casey y sus más directos colaboradores como el senador Ray Clark (Edmond O´Briend) o el asesor presidencial Paul Girard (Martin Balsam) tiene siete días para encontrar evidencias que demuestren la existencia real del golpe de estado.

A la hora de analizar cualquier película, siempre es posible hacerlo desde dos perspectivas. Una, que podríamos denominar “historicista”, consiste en tener presente el trasfondo genético o socio-político en el que surge la propia película. Otra, estructuralista, consistiría en considerar a la película de un modo auto-referencial, como un hecho en sí mismo y valorar las relaciones sintácticas que se establecen entre los elementos semióticos del film. Este es un tema controvertido en la crítica y en la teoría cinematográfica.

En el caso de “Siete días de mayo” es imposible concebir la película sin hacer mención a su trasfondo histórico. Junto a éste, también hay un trasfondo teórico que subyace y que consiste en el magnífico análisis que se hace en la película de un tipo político (en terminología de Max Weber) como es el de la acción política violenta o la teoría de los golpes de estado. Mi tesis es que Frankenheimer va más allá de la adaptación de una novela de éxito y quiere denunciar el juego sucio de los militares a la administración de su amigo personal JF Kennedy. "Siete días de Mayo," junto con "Z" de Costa Gavras y la menos conocida "Taps, más allá del valor" de Harold Becker , tratan de una manera verdaderamente sobresaliente el problema de la subordinación del poder militar a los dictados constitucionales. Aquellos que exigen a los militares obedecer la voluntad popular manifestada a través de las leyes. En un estado constitucional, apelaciones a criterios normativos como son lo de justicia, nación o seguridad  no pueden servir de pretexto para que las autoridades militares se arroguen la exclusiva potestad de interpretar cuáles deben de ser los designios del Estado.

En la administración Kennedy existía bastante recelo sobre la postura ideológica de no pocos mandos militares. Las fuerzas armadas estadounidenses distaban mucho de gozar de una alta oficialidad impecablemente democrática. Algunos importantes generales habían dado serias muestras de un extremismo que rayaba en la extrema derecha, cuando no podía calificarse directamente como tal. Esto era algo que no se le escapaba ni a Kennedy ni a otros políticos sensatos. Por otra parte, en la propia administración Kennedy se recelaba cada día más del poder paralelo, que escapaba del poder presidencial de ciertas agencias federales como la CIA. No resulta casual que, en el momento en que Lyndon Johnson sustituye a Kennedy como presidente interino el 26 de noviembre de 1963, éste firmara el protocolo NSAM 273, por el que se revocaba la política de kennedy de desmantelamiento de las agencias paralelas y secretas que circulaban por los mentideros del Pentágono.

Frankeihemer, con su película, realiza una auténtica alegoría de la derechización de las cúpulas militares americanas y advierte del peligro de que la constitución americana de 1787, de solo 7 artículos, devenga en una constitución semántica, en terminología de Loewenstein. De hecho, la película comienza con un barrido que va recorriendo los 7 artículos de la constitución americana, que se ven “amenazados” por siete números que se van superponiendo sobre cada uno de dichos artículos. Tampoco es muy difícil no pensar en el exgeneral Walker cuando el personaje del coronel Casey (Kirk Douglas) está en su casa viendo por televisión el discurso de clara estética fascista del general Scott ante una convención republicana.

Un poco como defendía Leo Strauss, a la hora de valorar la obra de los grandes filósofos políticos, hay en la obra “ Siete días de mayo” algo más que una simple adaptación de un best-seller de ficción, hay un auténtico mensaje esotérico de denuncia de un estado de cosas en la Casa Blanca.

Las interpretaciones resultan prodigiosas, en especial la de Burt Lancaster en el papel del derechista general Scott, que puede servir para ejemplificar una verdadera teoría del “coup de etat,” tal y como se concibió tal categoría, por el creador de la expresión francesa, el pensador libertino y padre de la biblioteconomía moderna Gabriel Naudé quien, en 1639 y de forma anónima, publicó una obra llamada “Consideraciones políticas sobre los golpes de estado” que viene a justificar la idea del autogolpe y la violación flagrante de la ley por los propios gobernantes si la “salux publica” así lo exige. Esta es la peligrosa concepción que subyace a una buen parte de la ideología de los pronunciamientos españoles militares del XIX, los  sudamericanos del XX o la propia sublevación militar del 18 de julio en España. El discurso final del general Scott (Burt Lancaster)ante el presidente Lyman (Fredrich March) es una buena prueba de ello. En definitiva “Siete días de mayo” es un clásico que no envejece.

FICHA TÉCNICA

Título original: Seven Days in May
Año: 1964
Duración: 120 min.
País: Estados Unidos
Director: John Frankenheimer
Guión: Serling (Novela: Fletcher Knebel & Charles Waldo Bailey II)
Música: Jerry Goldsmith
Fotografía: Ellsworth Fredricks (B&W)
Reparto: Kirk Douglas, Ava Gardner, Burt Lancaster, Fredric March, Edmond O'Brien, Martin Balsam, George Macready, John Houseman, Hugh Marlowe
Productora Seven Arts/Joel Productions
Género: Intriga/Política. Guerra Fría.

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