sábado, 13 de abril de 2013

EL GATOPARDO

El Gatopargo (1963), Lucino Visconti, no es de esas películas que vea con frecuencia. Su esteticismo y su excesivo metraje me "invitan" a no ver con demasiada frecuencia este clásico del cine. La película, por otra parte, ha sido tan analizada que es difícil decir algo sobre ella que no se haya escrito ya. Abundan los análisis sobre la misma, desde los clásicos que se centran en la dimensión política de la misma, de forma que algunos  inciden en el falso cambio político que se produjo en el reino de las dos Sicilias con su anexión al reino de Italia en 1861, las  que destacan el fracaso de la revolución social Garibaldina y su sustitución por un pacto de estado entre la vieja aristocracia y una nueva y pujante burguesía italiana, nacida al albor de la revolución industrial, etc.. 

Otros críticos, inciden en el carácter neo-realista de muchas de las descripciones de personajes, ambientes y motivos tan propios del sur de Italia. También es frecuente destacar los aspectos estéticos de la película, considerando a la película un melodrama musical donde la música de Nino Rota se acompasa a la perfección con los encuadres bellísimos de la película , en escenas clásicas como la del baile final en el palacio de Pontoleone.  

En cualquier caso, se trata de una película muy visontiana, en la medida en que se centra en dos temas muy queridos por el realizador italiano, Sicilia, tocada en la película neorrealista "Terra trema" y  "Il risorgimento"  ya avanzado en el melodrama romántico " Senso", unos años anterior.  El tema del decadentismo, que también es una constante en el cine de Visconti (Muerte en Venecia, La caída de los dioses..) , está muy presente en toda la película.  El personaje del Príncipe de Salina, Don Fabrizio, es la perfecta personificación de un declive, tanto en el aspecto personal, pues su personaje es un continuo reflexionar metafísico sobre el paso del tiempo, como en cuanto metáfora de una clase social, la aristocracia a la que le toca vivir tiempos convulsos derivados de los cambios políticos inexorables. Otro rasgo de la película es el metafórico, cada personaje es una perfecta ejemplificación de un rol social  (de ahí las lecturas marxistas de la película): el padre Pirrone, representante de una iglesia anclada en el cesaro-papismo, el joven aristócrata Tancredi, representante de una nueva aristocracia, cínica y ambiciosa a la vez, don Calongero epítome de  una burguesía  en busca del boato.... Incluso las relaciones que se establecen entre los personajes son una muestra de esto. La relación amorosa entre Tancredi y Angelica (hija de don Calongero) es una metáfora de la nueva relación aristocracia-burguesía,  la relación entre las dos amigas de la infancia; Concetta, que simboliza a la perfección la beatería, la decrepitud  y la polilla de la vieja  aristocracia que contrasta con el esplendor y la belleza (pero también la ordinariez) de la nueva burguesía rica, la relación entre don Fabrizio y el padre Pirrone, epifenómeno de la anteriormente citada simbiosis entre el trono y el altar etc...

Sin embargo, desde mi punto de vista, la parte de la película que más me interesa es la parte final. El famoso baile, es un prodigio de técnica narrativa, el lograr trasmitir tanta información sobre los personajes, con tan poca cantidad de palabras. Cada encuadre, cada escena es una perfecta representación de una ceremonia fúnebre, donde a través de unos monólogos en voz en off de don Frabrizio, asistimos al ocaso de una época y a una crítica ácida a una forma de entender la vida banal e insustancial que corre paralela al infortunio de unos idealistas, los garibaldinos, que van a ser fusilados al amanecer para lograr que todo cambie y al mismo tiempo todo sea igual...

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