Nos ocupamos ahora de la otra gran
triunfadora de la edición 57 de la SEMINCI. En este caso nos
encontramos con la última película exhibida en Cannes por un viejo
conocido del festival donde consiguió la espiga de plata de la 41
edición con el largo “Un héroe muy discreto".
En este caso
estamos ante la adaptación muy libre de uno de los relatos
aparecidos en el libro de Craig Davison del mismo nombre. Lo más
destacado de la película son las actuaciones de sus dos
protagonistas, Marion Cotillard y Matthias Schoenarts en los papeles
de Stephanie y Ali.
En la película se narra una historia de
redención personal de ambos personajes, de Ali como padre y de
Stephanie como ser humano que tiene que hacer frente a una grave
minusvalia al perder sus dos piernas en un accidente en un acuario.
La idea que persigue el director es contraponer dos personalidades
muy marcadas, Ali es la encarnación de la fuerza, la autosuficiencia
y el vitalismo más hedonista. Stephanie por contra representa el
epitome de la fragilidad, postrada en una silla de ruedas y abandonada
cruelmente por su pareja como consecuencia de la enfermedad. Entre
ambos personajes se teje una extraña relación de amistad y
compasión mutua que los hará necesitarse mutuamente. Ali necesita
el apoyo de Stephanie, primero cuando se involucre en el negocio de
las peleas de extreme boxing y posteriormente para lidiar con sus
propias responsabilidades personales. Ali es un mal padre de un niño
de 5 años, Sam, al que el destino deparará al final una gran prueba
donde se pondrá a prueba de la forma más extrema ese “animal
instinct” que exhiben los progenitores en las situaciones más
extremas. Por contra Stephanie es la fragilidad más palpable,
necesita a Ali tanto físicamente (son muy bellas las escenas de los
baños de esta en la playa con la ayuda de este último) como
emocionalmente.
Hasta aquí los aciertos de la película que son más
interpretativos que escénicos o guionísticos, que es donde la
película resulta más floja. La historia es previsible y acaba de
una forma edulcorada al más puro estilo del "happy end" hollywodiense
en su sentido más peyorativo. Este final facilón y lacrimógeno
lastra la película e impide la consideración de la misma como una
película notable. La mera contraposición de caracteres no es
suficiente para mantener la atención del espectador salvo que se sea
un genio como Jean Cocteau en la “Bella y la Bestia”.
Entedemos que la SEMINCI no es un
festival de palomitas pero tampoco debería serlo de pañuelos...
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