sábado, 27 de octubre de 2012

LES CHEVAUX DE DIEU, NABIL AYOUCH. 57 seminci SECCIÓN OFICIAL

Vamos a reseñar la película ganadora de la espiga de oro de la Seminci del 2012. La película es según su director un intento de comprender en la línea diltheyana las motivaciones que pueden llevar a unos jóvenes marroquíes a inmolarse en unos atentados suicidas como los tristemente ocurridos en Casablanca en 2003.

Que la película haya sido premiada no debe sorprendernos pues asume uno por uno los dogmas de la explicación sociológica “dominante” del fenómeno del terrorismo islamista o islámico según seamos o no “adeptos” a la doctrina de la alianza de las civilizaciones. Según esta visión dominante, el terrorismo de signo yihadista es hijo de una doble confluencia; marginalidad y adoctrinamiento. Es sobre la base de estos dos postulados sobre los que se construye la historia de dos hermanos, Yachine y Hamid, quienes sufren una transformación que les lleva a pasar de ser unos de jóvenes marginales de una barriada de Casablanca ( Sidi Moumen) a convertirse en mártires salafistas dispuestos a inmolarse como bombas humanas para luchar contra el pecaminoso occidente.

La película tiene dos partes diferenciadas, la primera nos  relata como es la vida marginal y miserable de esta barriada de Casablanca a mediados de los 90's donde impera un clima de desesperanza que aboca a los jóvenes marroquíes hacia la delincuencia o la mera subistencia en unas   condiciones socio-laborales muy difíciles. En este contexto aparecen representadas ambas posibilidades existenciales en los dos personajes  encarnados por Yachine y Hamid. Uno,  Yachine, malvive y trapichea como mecánico y proyecta sus sueños y aspiraciones en el fútbol. El otro, Hamid, es un  delincuente de poca monta que vive de pequeños hurtos y extorsiones. Ambos   habitan un hogar desestructurado con un padre depresivo y ausente y una madre dominante. Son personajes abocados inexorablemente al fracaso.

Hasta aquí la película es brillante aunque un tanto tediosa al abusar de planos generales que muestran lo abigarrado y caótico del ghetto social de Sidi Moumen. La segunda parte es la menos conseguida guionísticamente hablando aunque es la más efectista y la que ha “ganado” al sector más políticamente correcto del jurado seguramente. Hamid es detenido por la policía después  de una redada en su barrio y se pasa dos años en la cárcel. Se produce una elipsis inexplicable en la narración y de repente aparece  convertido en  un salafista (fundamentalista religioso) que llega a Sidi Moumen acompañado de una troupé de clérigos, mouyahides y demás proto-terroristas dispuestos por un lado a instaurar una teocracia en el barrio y por otro lado a reclutar a un buen puñado de jóvenes desencantados para luchar contra el infiel occidente. Yachine y sus amigos son recultados gracias a la colaboración de estos “buenos“ musulmanes  a cambio de la ocultación de un crimen que  estos se ven obligados a cometer.

La transformación de Yachine en un fundamentalista convencido es muy forzada apenas resultando creíble en el film. Contrasta poderosamente esta súbita aceptación de esta nueva visión del mundo, con el extenso metraje que el director había dedicado a la primera parte del film. La idea del adoctrinamiento de unos jóvenes carentes de autoestima y desplazados socialmente requería de mayor metraje y menos tópicos sacados del típico documental al uso sobre los campos de entrenamiento de Al  Qaeda.

Otro gran fallo del guión es la falla existencial que se produce entre los dos hermanos. A medida que  Yachine se hace más salafista, Hamid experimenta el proceso contrario de una forma poco creíble. Parecen apuntarse celos por la buena acogida que ha recibido el “pecador “ de su hermano que Hamid no parece encajar demasiado bien. No es menos  cierto que esa rivalidad entre ambos siempre ha existido y no resultan nada claras  las motivaciones iniciales de Hamid  a la hora de reclutar a un hermano con el que no tiene demasiada sintonía. 

Las dudas de Hamid aumentan cuando es confiado al grupo la preparación de un gran atentado en Casablanca. Quizás esta sea la mejor parte del filme pues es muy minuciosa en la descripción del proceso psicológico que usan estas células terroristas para infundir el “valor” o la “locura “ necesaria para llevar a cabo este tipo de actos que van desde videos que incitan al odio contra occidente, promesas de una mejor vida en un paraíso (muy terrenal por cierto) y sobre todo la creación de una mitificación del martirio que resulta muy eficaz en personas de poca autoestima. 

Concluyendo podemos decir que la película tiene una temática interesante pero que es muy previsible en su desarrollo y es  un tanto tediosa (sobre todo la primera parte)  lo que nos lleva a concluir que quizás no debería haberse llevado el galardón más importante del festival habiendo películas de factura más notable  a concurso.  Queremos pensar que la decisión de otorgar a Marruecos el próximo ciclo de país invitado no haya pesado en el jurado a la hora de valorar el premio ni tampoco el seguir los cantos de sirena de lo políticamente correcto aunque a tenor del palmarés presentado nos tememos lo peor.

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