lunes, 22 de octubre de 2012

LITTLE BLACK SPIDERS, PATRICE TOYE, 57 SEMINCI SECCIÓN OFICIAL

No hay buen festival de cine que se precie estos días donde no se proyecten películas que reflejen la santísima trinidad del pensamiento de lo políticamente correcto que se resume en anticapitalismo a rabiar, los abusos de la iglesia católica y la religión ecologista. 

En este caso vamos a hablar de una película que se ocupa de la segunda persona de este “dogma” de fe del pensador políticamente correcto “Little Black Spiders” de la belga Patrice Toye. La película basada, dice su autora, en unos hechos reales ocurridos en Bélgica hace treinta años, nos habla de los abusos cometidos por lo que la directora llama la “oficialidad católica” en relación al secuestro de niños nacidos de madres solteras adolescentes recluidas en una institución “redentora” de muchachas descarriadas. Algo que ya se ha visto en el cine en varias ocasiones con muy brillantes resultados tanto artísticos como de denuncia social de unos hechos execrables (“Las hermanas magdalenas“ de Peter Mullan o “El gran sacrilegio” de Dan Curtis”) pero que en el caso de esta cinta brillan por su ausencia

La película, nada tiene que ver con la incial intención de denuncia de su realizadora, al final acaba convertiéndose en una tediosa sucesión de efectistas videoclips sobre la fragilidad de un grupo de adolescentes encerradas (no sé sabe muy bien por qué, como ni para qué) en un ático donde intentan evadirse de su difícil realidad a través de ensoñaciones diversas mientras son observadas por dos monjas , una de ellas con un complejo de culpabilidad no superado por haber abandonado a un hijo nacido fuera del matrimonio y otra en la que parecen aflorar tendencias masoquistas y lésbicas reprimidas.

La película resulta tediosa a pesar de durar escasamente 95 minutos, básicamente porque la directora no sabe muy bien que contarnos, solo apunta estereotipos clásicos ya muy manidos como el del profesor maduro que seduce a su alumna y luego la deja embarazada (el origen del “problema” de la protagonista Katja), adolescentes rebeldes que se niegan a asumir sus responsabilidades (el personaje de Roxy), la maternidad como realización de la feminidad etc... La película, con una estética muy de videoclip, tampoco funciona en lo visual pues el tono onírico no casa para nada con el desarrollo narrativo y lleva al hastío al espectador.

En definitiva uno no sabe muy bien que hace este largo en la sección oficial de un festival antaño de tanto prestigio. Suponemos o queremos suponer que el hecho de que sea el tercer largo de la directora ha impedido que los espectadores de punto de encuentro hayan tenido que padecer su proyección.

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